Existen indicios que evidencian el trabajo de inteligencia realizado desde el ejército para establecer parámetros de qué era o no motivo de censura (estableciendo distintos grados de complicidades con medios de comunicación, artistas o personas que adherían al gobierno de facto y por lo general pertenecientes a otras ideologías políticas). Asimismo el control represivo se instrumentaba entre el Ministerio de Educación y Cultura y el Ministerio del Interior a través de la DGP. Dirección General de Publicaciones. En ese dispositivo represivo las máximas autoridades establecían fórmulas de calificación ideológica de las distintas publicaciones en 3 niveles:
F1: Carece de referencias ideológicas
F2: Contiene referencias ideológicas
F3: Propicia la difusión de ideologías que atentan contra la Constitución Nacional
En sus orígenes existían un nivel F4 que después prescribe (SIDE, registrado por decreto). La apreciación del contenido de las publicaciones era realizada por la Asesoría Literaria del Departamento de Coordinación de Antecedentes.
A modo de ejemplo se toma el caso de un libro de Haroldo Conti titulado “Mascaró el cazador furtivo”, editado por Casa de las Américas, en donde figura en legajos la causa: “propicia la difusión de ideologías, doctrinas o sistemas políticos, económicos, sociales marxistas, tendientes a derogar los principios sustentados por nuestra Constitución Nacional”.
Comentario de Tatiana Carsen, Fuente: Curso (Des)enterrando libros prohibidos.